Pero como viene pasando en el último (largo) tiempo, a River le costó mucho todo. El empuje de los primeros minutos, en los que Ian Subiabre, titular después de mucho tiempo, probó al arquero Nelson Insfrán fue un espejismo.
Los minutos iban pasando y el equipo de Marcelo Gallardo no podía romper el orden defensivo de Gimnasia, dirigido por Fernando Zaniratto, que planteaba un partido muy prolijo y ni sufría en defensa.
Para colmo, a una semana del Superclásico, Facundo Colidio sufrió una lesión muscular, fue reemplazado a los 16 minutos por el juvenil Cristian Jaime y rompió en llanto en el banco de suplentes, en una imagen que no da muchas esperanzas para una recuperación express.
En 18 minutos, los 85.000 hinchas que coparon en el Monumental habían pasado por todos los reclamos: del “movete, River, movete”al “jugadores, la c* de su madre”, pasando por el “pongan más huevo, pongan más corazón”.
En el medio, para terminar de colmar los ánimos de la gente, Gimnasia abrió el marcador en uno de sus solitarios embates ofensivos: Portillo persiguió a Merlini en el área, lo bajó y, aunque en principio no cobró nada, el árbitro Nazareno Arasa fue llamado por el VAR y sancionó penal.
Torres, surgido de Boca, engañó a Armani y anotó el 1 a 0 a los 55 minutos.
River volvió a jugar muy mal y perdió 1 a 0 con Gimnasia en un Monumental caliente, que mostró toda su bronca en la previa del Superclásico. El equipo de Marcelo Gallardo, de flojísimo presente e irregular en el Torneo Clausura, perdió puntos fundamentales en la lucha por entrar a la próxima Libertadores, mientras que el Lobo respiró en la lucha por la permanencia. Y para coronar una noche fatídica, Borja erró un penal a los 106 minutos.

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